El siglo XXI y el Tercer Milenio comenzaron el 11 de septiembre de 2001. Tres aviones comerciales pilotados por terroristas golpearon el corazón financiero y militar de la potencia más poderosa del orbe. El mismo día en el que, 28 años antes, las fuerzas armadas de Chile, impulsadas por Washington, dieron un golpe de Estado contra el gobierno democrático y socialista de Salvador Allende. El imperio que durante la segunda mitad del siglo XX patrocinaba golpes y cambios de régimen en países de los cinco continentes, en su disputa geopolítica con la URSS, fue sacudido en sus cimientos por un grupo terrorista cuyo líder, Osama Bin Laden, algún día fue su aliado en Afganistán. Una nueva era estaba naciendo.
Pero no sólo fue el 11-S. En 2001, Año Internacional del Diálogo entre Civilizaciones, ocurrieron otros acontecimientos que alimentan la percepción de fin de época. Acontecimientos que trazaron las líneas de las tendencias que marcarían las dos décadas siguientes. El 20 de enero tomó posesión el republicano George W. Bush, quien resultó ganador de la elección más polémica en la historia de Estados Unidos hasta ese momento. Bush ganó en noviembre de 2000 con la mayoría de votos electorales gracias a Florida, estado gobernado por su hermano Jeb, en donde hubo acusaciones de fraude, y a pesar de que su contrincante Al Gore obtuvo la mayoría de los votos populares. Esta elección fue una premonición de la de 2016, cuando Donald Trump ganó la presidencia sin obtener el voto popular mayoritario. La confianza en el sistema electoral de la democracia liberal más prestigiosa comenzó a hacer agua con el arribo de Bush hijo a la presidencia.
A menos de un mes de haber asumido el cargo, el 16 de febrero, Bush ordenó un ataque aéreo a Bagdad, la primera acción militar de su administración y el primer bombardeo a un área que no formaba parte de la zona de exclusión aérea desde 1998. El objetivo expreso del ataque era “debilitar la capacidad iraquí de amenazar nuestra aviación, que está cumpliendo los mandatos de la ONU”. El Irak de Saddam Hussein estaba en la mira de Bush desde el principio de su gestión. Mientras tanto, en Afganistán los fundamentalistas talibanes endurecían su régimen, levantado en 1996 tras el vacío de poder que dejó la caída del gobierno socialista defendido por la extinta URSS y asediado por los muyahidines —germen de Al Qaeda y El Talibán—, patrocinados por Washington durante los 70 y los 80. El 1 de marzo de 2001 los talibanes ordenaron la destrucción de las estatuas más antiguas de Buda en Afganistán.
Tras los atentados del 11 de septiembre, el gobierno estadounidense apuntó hacia la red terrorista Al Qaeda que se escondía en Afganistán, donde los talibanes les brindaban protección. La invasión a este país inició el 7 de octubre bajo las justificaciones expuestas, lo que desencadenaría la llamada Guerra contra el Terrorismo, una especie de guerra mundial con enemigos difusos y escurridizos, y el conflicto más largo en el que EUA haya participado y que apenas acaba de concluir, en agosto pasado, tras el desastroso retiro de las tropas norteamericanas de Afganistán. Otra consecuencia de los atentados fue la aplicación de la Ley Patriótica, una legislación con la que el gobierno de Bush pretendía reforzar la unidad del país para hacer frente a la amenaza terrorista pero que significó la suspensión de derechos y libertades individuales en aras de mejorar la seguridad nacional. El paradigma liberal era golpeado desde el gobierno por primera vez en décadas.
En el plano económico, EUA no tenía rival. Hacía una década que la URSS había colapsado, y el PIB estadounidense era casi tres veces más grande que el de su más cercano competidor, Japón. La mayoría de los países del mundo tenía a la potencia americana como su principal socio comercial. Pero el 11 de diciembre ocurrió un hecho que tendría grandes repercusiones: China fue admitida en la Organización Mundial del Comercio, lo que le brindó la oportunidad de ampliar sus redes comerciales y fortalecer su estrategia de convertirse en el gran taller del mundo. Veinte años después, China le pisa los talones a EUA en volumen nominal del PIB, es el principal socio comercial de la mayoría de los países y punta de lanza en varios sectores tecnológicos. En materia financiera, en 2001 las naciones desarrolladas de Europa se preparaban para lanzar el 1 de enero de 2002 los primeros billetes y monedas del euro, la divisa que sustituiría a las monedas nacionales de la mayoría de los estados agrupados en la Unión Europea. Hoy el euro es una moneda referencial que compite con el dólar. La hegemonía económica de EUA comenzó a mermar hace 20 años, justo cuando había alcanzado la cúspide.
2001 también fue el año de Enron, uno de los más grandes fraudes empresariales en la historia de EUA. La compañía energética que empleaba a más de 21,000 personas y que nació en 1985, había maquillado sus reportes para esconder las pérdidas sufridas en los últimos años, y evitar así la venta masiva de sus acciones. Enron se declaró en quiebra el 30 de noviembre en Europa y el 2 de diciembre en EUA, en una primera muestra de las inescrupulosas prácticas financieras de las que eran capaces los grandes capitalistas con tal de mantener sus privilegios en un entorno de desregulación financiera que llevaría en 2008 a la gran crisis financiera y económica mundial. Pero 2001 también es el año del comienzo del gran despegue de Apple, la compañía que Steve Jobs ayudó a reinventar. El 24 de marzo Apple lanzó el sistema operativo macOS que haría fuerte competencia al líder Microsoft Windows; y el 23 de octubre presentó el iPod, el reproductor digital de audio que se convertiría en el más vendido en todo el mundo, apenas una probada de lo que Jobs y Apple harían en 2007 con el lanzamiento del iPhone, el teléfono inteligente que revolucionó las telecomunicaciones. Algo similar a lo que ha hecho Wikipedia con la difusión y el acceso al conocimiento, enciclopedia digital que Jimmy Wales y Larry Sanger lanzaron el 15 de enero de 2001.
En la ciencia, la genética tuvo logros impresionantes en 2001, con la presentación el 2 de enero del primer primate genéticamente modificado, y el 12 de febrero, el análisis más completo hasta entonces de la constitución del genoma humano, avance fundamental para la detección y tratamiento de enfermedades. Con todo y estos hitos científicos, la cultura popular dio un viraje fuerte hacia la magia y la fantasía con el estreno de los primeros capítulos de las sagas fílmicas más exitosas de la primera década del siglo XXI: Harry Potter y la piedra filosofal, el 16 de noviembre, y El Señor de los Anillos: la comunidad del anillo, el 19 de diciembre, verdaderos acontecimientos de la cultura de masas que marcaron una tendencia medievalista que sigue vigente hoy.