Por Arturo González González
En 1922 el mundo acababa de salir de una de las peores pandemias de la historia. Se calcula que de 1918 a 1920 murieron entre 25 y 50 millones de personas debido a la mal llamada gripe española. Cuando llegó la pandemia, estaba por terminar el mayor conflicto bélico que el mundo había sufrido: la Gran Guerra, conocida hoy como Primera Guerra Mundial. Esta conflagración de corte imperialista, librada en su mayoría en Europa, costó la vida de alrededor de 10 millones de personas. En México, país también golpeado por la pandemia, gobernaba Álvaro Obregón, quien intentaba pacificar al país tras doce años de una lucha revolucionaria que había causado alrededor de 1.4 millones de muertes. En La Laguna, en medio de ese contexto internacional y nacional turbulento, nacía un diario, El Siglo, que después extendería su nombre a El Siglo de Torreón. El periódico lagunero consigue una hazaña de la que pocos medios pueden presumir: celebrar su primera centuria de vida. Y lo logra en medio de una realidad global y nacional también agitada por procesos que, si bien no son iguales —la historia nunca se repite totalmente— sí guardan similitudes con los vividos cuando el diario lagunero publicó aquel primer ejemplar de intrigante y atípico encabezado: “¿Fue fusilado o vaga por las serranías el rebelde Pedro Favela?”.
Entre aquellos días de febrero de 1922 y los días que vivimos han pasado por lo menos cuatro grandes crisis económicas globales (1929, 1975, 2008 y 2020), la expansión del nacionalismo y el fascismo, la Segunda Guerra Mundial, la bomba atómica, el desmantelamiento del orden colonial europeo, la Guerra Fría, la instauración de la hegemonía global estadounidense, el surgimiento y caída del bloque comunista, el nacimiento de decenas de estados independientes, la creación de la Unión Europea y el peor ataque a la primera potencia mundial (el 11S). También hemos sido testigos de la instauración del modelo neoliberal; el renacer del nacionalismo, el populismo de izquierda y ultraderecha; la emergencia de China como potencia mundial; el regreso de Rusia; decenas de guerras intranacionales e internacionales además de intervenciones militares de grandes potencias en países menos desarrollados (Corea, Vietnam, Afganistán, Irak, Siria, Georgia, Ucrania…); varias pandemias (influenza, VIH-Sida, Covid19…); la erradicación de la viruela y otras enfermedades infecciosas; la expansión de epidemias de otro tipo (obesidad, diabetes…) y diversas crisis de refugiados y movimientos migratorios sin precedentes.
En México, hemos observado el fin de una revolución social y política, el asesinato de caudillos, una rebelión conservadora (la Guerra Cristera), una dictadura partidista de siete décadas, guerrillas, represión contra la oposición, un levantamiento armado en Chiapas, crisis económicas cíclicas, dos tratados económicos norteamericanos, cuatro décadas de neoliberalismo, el desmantelamiento de régimen post-revolucionario, 20 años de alternancia política, la irrupción de una narcoinsurgencia que ha dejado cientos de miles de muertos, una polarización social y política creciente, la militarización de la seguridad y la vida pública del país, el deterioro de la confianza en las instituciones civiles, el arribo de un partido de corte populista de izquierda al poder. En La Laguna, hemos experimentado el cardenismo, el reparto agrario, la expansión de las ciudades, el auge y caída del emporio algodonero, el surgimiento de la cuenca lechera, la multiplicación y pavimentación de las vialidades, la construcción de puentes sobre el Nazas y de sus presas, inundaciones, fríos y calores extremos, levantamiento y derrumbe de distribuidores viales, tristezas y alegrías con los equipos locales de béisbol y futbol profesional, endeudamiento de los estados y municipios, la peor crisis de seguridad pública en la historia de la región, proyectos metropolitanos inconclusos, entre muchos otros fenómenos y procesos políticos, económicos y sociales internacionales, nacionales y locales. Todos narrados con profesionalismo y amor por el periodismo en las páginas de El Siglo de Torreón, cualidades que siguen vivas en la Redacción de un periódico regional que trasciende y pone el mundo en sus páginas para sus lectores.
Decía que las épocas que han visto nacer a El Siglo y cumplir su primera centuria guardan algunas similitudes. Veamos si no. Hace 100 años el mundo vivía un duelo de potencias imperialistas con nuevas ideologías (comunismo y nacionalismo) que desafiaban al liberalismo impulsado por la declinante hegemonía británica y su orden global; y la pandemia de influenza causó estragos sociales y económicos profundos que se acumularon con los dejados por la guerra mundial. Hace 100 años México se encontraba inmerso en la redefinición de su proyecto como estado nacional y en el empeño de pacificar un país azotado por las convulsiones de la guerra civil y la polarización, y por la pandemia que también golpeó duro al país y a La Laguna. La región, hace 100 años, también trataba de reponerse de la guerra, la enfermedad y la crisis mientras buscaba afianzar sus antiguas vocaciones económicas y encontrar algunas nuevas. Hoy estamos en un mundo con potencias que rivalizan con sus intereses geopolíticos en el repliegue de la hegemonía estadounidense, con un nacionalismo y estatismo renovados que cuestionan la globalización neoliberal en medio de los estragos de la pandemia de Covid-19 a los que hoy se acumulan los de la guerra de Rusia contra Ucrania de implicaciones globales. México hoy está en un momento de definiciones con una polarización social y política creciente, una narcoguerra que desangra al país y una pandemia que nos ha paralizado. La Laguna no es la excepción: golpeada brutalmente en años recientes por la violencia y ahora por la pandemia, sumida en un estancamiento del que no acaba de salir, trata de construirse un futuro como región metropolitana y rural con antiguas inercias vocacionales ligadas al agro y los servicios, y nuevas tendencias que le den el salto económico y social que merece.
Por eso es importante no perder nunca la perspectiva histórica. Contrastar y comparar en el presente y con el pasado son fundamentos del periodismo. Porque el periodismo es y, de alguna manera, hace historia. Y la historia, como disciplina, necesita del periodismo. No sólo para que nosotros, los contemporáneos, estemos al tanto y comprendamos lo que acontece, sino también como construcción de la narrativa de una época que será referencia para las generaciones venideras. Y no me cabe duda de que El Siglo de Torreón seguirá siendo una referencia de primer orden para los laguneros, pero también para quienes en México y el mundo quieran asomarse a la visión que tenemos del devenir histórico en esta pequeña parte del planeta. ¡Enhorabuena, familia siglera!