Por Arturo González González
Las tormentas que azotan a la globalización plantean tres rutas posibles en la reconfiguración del gran mercado global con retos y oportunidades para amplias regiones del mundo debido al reacomodo de las cadenas de valor, producción y suministro. Una de esas regiones es la franja limítrofe entre México y EEUU, cuyas particularidades históricas y económicas le brindan ventajas competitivas sobre otras zonas del orbe, no sin retos a superar. Es la República Frontera (The Border Republic), la cuarta economía del mundo, con un potencial de crecimiento en el reajuste de la globalización.
La globalización no es un fenómeno reciente, pero la era global más profunda y de mayor alcance es, sin duda, la que hoy está en transformación. Su origen se remonta a los 80, cuando Reagan y Thatcher impulsaron una serie de reformas neoliberales para desregular los mercados y permitir el libre flujo internacional de mercancías y capitales. Dos acontecimientos profundizaron y ampliaron esta globalización: la caída del bloque comunista en 1990, que permitió integrar a los países de la antigua órbita soviética en el mercado mundial, y la entrada de China a la Organización Mundial del Comercio, que aumentó la rentabilidad de las inversiones globales. De 1995 a 2005 transcurre la era dorada de la globalización: los tratados comerciales se multiplicaron, los corporativos se expandieron, se aceleró la industrialización de países en desarrollo y el comercio mundial de bienes y servicios se disparó.
Pero dentro de sí la era global traía el germen de su extinción. Así como regiones de países emergentes se industrializaron, extensas zonas de naciones desarrolladas se desindustrializaron con la consecuente pérdida de empleo manufacturero. La venta masiva de activos del Estado provocó el achicamiento de sus capacidades para atender a la población en desventaja. La desregulación de mercados financieros abrió la puerta a las grandes crisis de las décadas del cambio de milenio. Y el creciente descontento social configuró un movimiento político, el populismo nacionalista, contrario a la globalización vigente. Cuatro hitos marcan la tendencia antiglobalista actual: la Gran Recesión de 2008, iniciada como crisis financiera y devenida en crisis económica; la irrupción nacional-proteccionista de 2016 con los triunfos del Brexit en RU y Trump en EEUU, que derivó en la guerra comercial y tecnológica contra China; la pandemia de Covid-19, surgida como efecto de una movilidad mundial sin precedentes y que agudizó la disrupción de las cadenas globales y, por último, la guerra en Ucrania, que está expulsando a Rusia y otros países del mercado global, y ahonda la distancia entre Occidente y Oriente.
El estudio México en la fábrica de América del Norte y el Nearshoring (Celso Garrido; Cepal; 2022) plantea tres rutas posibles para la globalización a partir de las cuatro crisis mencionadas: A) relanzamiento, una nueva globalización con fuertes componentes regionales; B) ralentización, una dinámica económica global más lenta, o C) reversa, que no es otra cosa que una desglobalización. Es difícil aún saber cuál es la ruta que se afianza ahora, pero existen indicios suficientes para suponer que nos dirigimos a un camino intermedio entre relanzamiento y ralentización. A la par de que la globalización se frena, se revalorizan los grandes mercados regionales interestatales. Aquí es donde entra el nearshoring.
En el comercio internacional hay tres conceptos que definen a las cadenas de valor, producción y suministros: 1) onshoring, la cadena completa está dentro de un mismo país; 2) offshoring, la cadena se encuentra en dos o más países, ya sea como nearshoring, en naciones cercanas al mercado destino, o como farshoring, en estados lejanos, y 3) reshoring, que es la relocalización de cadenas, en este caso de globales a locales o regionales. La globalización reciente, centrada en la mejora de la rentabilidad del capital por bajos costos productivos, tuvo un marcado acento en el farshoring, sin suprimir el onshoring y el nearshoring. La crisis de la globalización está produciendo un reshoring que fortalecerá las cadenas internas (onshoring) y regionales (nearshoring) sin cancelar por completo las de trayecto largo (farshoring). Es un cambio de enfoque que pondera los bajos costos de traslado y la disminución de los riesgos geopolíticos sobre los bajos costos productivos. Por ello, la reorganización de las cadenas de producción y comercio se da dentro del marco de tres grandes regiones productivas con mercados cada vez más integrados: Europa, con centro en Alemania; América del Norte, soportada por EEUU, y Asia Oriental, de la cual China es eje. EEUU está reorganizando sus cadenas para darle mayor peso al onshoring y nearshoring y depender así menos de China, que se convirtió en el centro del farshoring en los últimos 20 años. El TMEC y el Acuerdo Bilateral México-EEUU 2021 van a fortalecer la integración económica de los dos países.
En el reajuste global y la integración económica norteamericana, la frontera juega un papel de suma relevancia. Se trata de una región que abarca los estados de California, Arizona, Nuevo México y Texas, del lado de EEUU, y Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, del lado de México. Esta franja que se extiende a lo largo de 3,000 kilómetros y ocupa 2.5 millones de km2 es la zona transfronteriza más dinámica del mundo. Estos diez estados poseen en conjunto un PIB de seis billones de dólares, sólo superado por EEUU, China y la Unión Europea, y está habitada por 100 millones de personas, de las cuales, la mitad habla español.
Es una zona altamente industrializada, con vocación manufacturera y exportadora, rica en recursos naturales y fuerte también en agroindustria, con un gran potencial en generación de energía renovable y una extensa red de infraestructuras terrestres, marítimas, aéreas y de alojamiento industrial. Posee zonas metropolitanas vigorosas, algunas transnacionales, y con un cierto grado de integración cultural, más clara en las ciudades fronterizas. Cuatro subregiones se distinguen por su nivel de amalgama socio-económica: California-Baja California (Baja-Cali), Sonora-Arizona, Chihuahua-Nuevo México-Texas Oeste y Coahuila-Nuevo León-Tamaulipas-Texas Sur (Río Grande). Las más integradas y desarrolladas son Baja-Cali y Río Grande, en ese orden.
Pero, así como esta República Frontera cuenta con ventajas competitivas, enfrenta retos importantes, tales como desigualdad social y regional, pobreza urbana, repunte del racismo y la xenofobia, violencia criminal, migración irregular y deterioro del medio ambiente. Si los estados de este país económico transfronterizo quieren aprovechar las oportunidades del nearshoring en el nuevo contexto global, deben superar visiones particularistas y trabajar juntos en resolver sus retos conjuntos y fortalecer sus capacidades y potencialidades.