¿Por qué Palestina?

Vivimos en una época en la que domina el pensamiento simplista. Una clara muestra de ello es la nueva escalada bélica entre judíos israelíes y árabes palestinos. Lo que abunda en el ciberespacio respecto al conflicto son las posturas enconadas motivadas por la ceguera y la ignorancia que dejan de lado la complejidad de un problema que tiene una historia antigua y otra reciente. Para responder a la pregunta que da título al artículo hay que revisar el pasado y adentrarnos en la complejidad política y cultural de la región.

I. En sentido geográfico e histórico, Palestina es una región ubicada entre el Mar Mediterráneo al oeste y el río Jordán al este, y el río Litani al norte y el desierto del Néguev al sur. Los griegos llamaban a esta región “Palaistine”, que quiere decir tierra de filisteos. Los filisteos fueron uno de los “Pueblos del Mar” que, provenientes de los mares Negro y Egeo, invadieron en el siglo XIII a. C. territorios de los imperios hitita y egipcio, las potencias que en ese momento se disputaban la hegemonía del Mediterráneo Oriental y Levante. Hay quienes ven en esta invasión una de las causas de la caída de la civilización micénica e hitita y de la decadencia del Imperio egipcio, cuyos documentos mencionan a los filisteos con la palabra “peleset”, que puede significar emigrante o luchador. Los filisteos dieron nombre a la región de Palestina, a la cual llegarían después los hebreos. Mientras los judíos de hoy mantienen un vínculo histórico y cultural con los hebreos que llegaron a Palestina hace poco más de 3,000 años, los palestinos actuales se asumen como un pueblo árabe y no como descendientes de los filisteos que dieron nombre a la región. En términos religiosos, Jerusalén es la ciudad más sagrada de los judíos; una tierra santa para los cristianos, y para los musulmanes suníes, una de sus tres ciudades sagradas.

II. En sentido político, Palestina es un Estado de reconocimiento internacional limitado y ocupado por tropas israelíes, que abarca las provincias de Cisjordania y Gaza y la ciudad de Jerusalén Oriental, que es su capital. Hasta la Primera Guerra Mundial, Palestina formaba parte del Imperio Otomano, un imperio multiconfesional y multiétnico que mantuvo la hegemonía de Oriente Medio durante cinco siglos. La derrota de las potencias centrales provocó la desmembración del imperio. Los territorios en donde se asentaban los pueblos árabes fueron repartidos entre Francia y Reino Unido por encomienda de la Sociedad de las Naciones. Palestina, junto con Transjordania e Irak, quedó bajo el mandato británico establecido en 1922, que retomó la Declaración de Balfour emitida en 1917 en la que se comprometía a crear en Palestina un hogar para el pueblo judío que durante siglos vivió en diáspora por Europa. La comunidad judía en Palestina era minoría en los tiempos del mandato británico.

El paso decisivo para la creación del Estado de Israel se dio después de la Segunda Guerra Mundial. RU pronto se vio incapaz de cumplir la promesa al pueblo judío debido a que no quería enemistarse con la Liga Árabe ni perder su influencia en la zona, vital para mantener el abasto de petróleo, por lo que dejó en manos de la recién creada ONU la solución. El choque de intereses entre Estados Unidos, RU, Francia y la Liga Árabe atoró la propuesta de dividir Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío. Sin esperar a una resolución, los judíos proclamaron el 15 de mayo de 1948 la independencia de Israel, que EUA reconoció de facto movido por los fuertes intereses económicos de la comunidad judía norteamericana. El enfrentamiento bélico con los palestinos, apoyados por la Liga Árabe, no se hizo esperar. Israel nació en medio de una guerra que, tras ganarla, canceló la vía de la creación de los dos Estados. Para los árabes, Israel simboliza la injerencia de Occidente en el mundo islámico.

III. Los objetivos de Israel en sus primeras décadas fueron la supervivencia y la expansión territorial que concretó a partir de varias guerras, entre ellas la de 1967, y que ha negociado de forma parcial con los palestinos y sus países vecinos. Entre 1978 y 2005, Israel devolvió el Sinaí a Egipto y desalojó la Franja de Gaza, aunque mantuvo la ocupación de Cisjordania y Jerusalén Oriental, hogar de la mayoría de palestinos. En Israel no sólo viven judíos, también hay árabes, armenios y cristianos, y la convivencia siempre ha sido compleja con brotes de encono y violencia. En los últimos años, el gobierno derechista y nacionalista de Benjamín Netanyahu ha promovido la ocupación de territorios palestinos por parte de colonos judíos, lo que ha causado malestar entre los árabes. Como antecedente, no debemos olvidar que EUA durante el gobierno de Trump reconoció a Jerusalén como la capital de Israel lo que, se dijo, traería más problemas que soluciones. Y así ha sido. Como contexto, Netanyahu enfrenta desde hace dos años serias acusaciones de corrupción que lo han puesto contra la pared y le han ocasionado pérdida de apoyos, como se observó en las más recientes elecciones, cuyo mal resultado le ha impedido formar gobierno. La escalada de hoy le brinda al primer ministro israelí una oportunidad para recuperar el respaldo a partir del discurso de la unidad nacional frente al enemigo externo.

En el caso de Palestina, debemos tener presente que existen fuertes disensos entre el partido gobernante nacionalista de izquierda Fatah, y la organización yihadista Hamás, con sede en Gaza, disensos que los han llevado incluso al enfrentamiento. Mientras que Fatah promueve la solución de los dos Estados, Hamás se declara en contra de la existencia de Israel. Los ataques israelíes han ocultado de momento dichas diferencias tras la causa común palestina. El conflicto se ha agudizado en estos días a partir de los desalojos de familias palestinas y la vigilancia e intervención de fuerzas israelíes en los lugares sagrados musulmanes durante el mes del Ramadán. Hamás lanzó un ultimátum que Israel no atendió y los ataques comenzaron. La diferencia entre el número de víctimas, entre ellos mujeres y niños, de un bando y otro -casi 200 palestinos muertos frente a una decena de judíos- evidencia la desproporción de la fuerza de Israel sobre la de Palestina, que es la parte débil en esta guerra.

Este conflicto surgió hace décadas por una mala gestión internacional entorpecida por los intereses de potencias extranjeras y regionales, y se ha agudizado por la radicalización de ambas partes y los afanes de ocupación de Israel de los territorios palestinos. La pregunta no es si la comunidad internacional debe intervenir, sino cómo debe hacerlo para evitar una mayor catástrofe, reconociendo el derecho de ambos pueblos a existir como estado nacional. Se trata de un asunto difícil pero urgente, porque es claro que la estabilidad mundial sigue hundiéndose con este y otros viejos y nuevos conflictos.

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Arturo G. González

Soy adicto a saber y descubrir algo nuevo todos los días. Me obsesiono con tratar de entender el mundo y la época que me tocó vivir. No puedo escapar a la necesidad de comprender por qué nuestra civilización es como es, y para ello leo noticias, opiniones, artículos de análisis y libros; escucho música y veo cine. Creo que el pasado vive en el presente, y que el presente es la pieza clave del futuro. Te invito a este viaje de pensamiento y descubrimiento cotidiano. Esta es mi visión del mundo.