Ruidos y sombras en el patio trasero

La estridencia de la política populista, de derecha e izquierda, que campea por el escenario latinoamericano, no nos permite entender el gran rezago histórico que arrastra la región. Lo hemos dicho en otras ocasiones en este mismo espacio: América Latina es el subcontinente más desigual y violento del mundo, y una de las dos regiones con mayores niveles de corrupción. Pero esto apenas son los síntomas de una enfermedad que, si escarbamos, podemos encontrar sus raíces en la época colonial y las grandes asignaturas pendientes que dejaron las revoluciones.

La tragedia de este círculo es ocultada constantemente por la competencia voraz de las élites políticas y económicas en un sistema que tiene como sello el clientelismo, la extracción y la concentración de poder y/o riqueza. Los pleitos derivados de esa competencia son comprados fácilmente por la sociedad que concibe la participación ciudadana sólo como el medio para quitar a uno y poner a otro en el timón de mando, sin que eso signifique un cambio real de rumbo.

La sordera que nos produce el ruido de las élites no nos deja escuchar ni escucharnos para reflexionar y posteriormente actuar sobre nuestros problemas comunes. El caso de México es emblemático. Nos encontramos de pronto atorados discutiendo estupideces como la rifa de un avión, mientras los jinetes de la desigualdad, violencia y corrupción avanzan liderados por el jinete del centralismo populista. El cambio de colores tiende a enmascarar la continuidad de las políticas fallidas desde la llegada de la alternancia en 2000.

Y sobre esta realidad latinoamericana, que de alguna manera se replica con sus matices e historias particulares en las naciones más grandes de la región, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), apunta en una entrevista publicada en El País una línea de análisis sobre cómo América Latina ha perdido ya los trenes de la política industrial y la innovación, «dejando la toma de decisiones a las fuerzas del mercado. Está claro que ese modelo de desarrollo, sin una estrategia productiva, se agotó. Tanto en materia económica, como demuestra el bajo crecimiento, como en materia de distribución (…)».

Para Bárcena, «el modelo económico que se ha aplicado en América Latina está agotado: es extractivista, concentra la riqueza en pocas manos y apenas tiene innovación tecnológica. Nadie está en contra del mercado, pero debe estar al servicio de la sociedad y no al revés. Tenemos que encontrar nuevas formas de crecer y para eso se requieren políticas de Estado».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Arturo G. González

Soy adicto a saber y descubrir algo nuevo todos los días. Me obsesiono con tratar de entender el mundo y la época que me tocó vivir. No puedo escapar a la necesidad de comprender por qué nuestra civilización es como es, y para ello leo noticias, opiniones, artículos de análisis y libros; escucho música y veo cine. Creo que el pasado vive en el presente, y que el presente es la pieza clave del futuro. Te invito a este viaje de pensamiento y descubrimiento cotidiano. Esta es mi visión del mundo.