Por Arturo González González
Hemos dicho en este espacio que la globalización tal y como la conocíamos está en agonía, y que un nuevo tipo de globalización está naciendo. La crisis de 2008, la irrupción de China como potencia global, la crisis climática, el neonacionalismo proteccionista en Occidente, la pandemia y la guerra en Ucrania han obligado a sustituir los paradigmas del orden global en el que las potencias centrales y los países periféricos venían desenvolviéndose desde finales de la década de los 80. No quiere decir que la mundialización de la economía vaya a desaparecer por completo o que entremos en un proceso de regresión. Lo que se observa es la creación de un modelo diferente de entramado económico global en el que la regionalización, presente ya en la época anterior, adquiere un renovado protagonismo. La llegada de Tesla a México es un claro ejemplo de cinco tendencias que configuran la naciente realidad de un sistema mundial distinto.
1. La nueva globalización se construye sobre la base de tres grandes bloques regionales cada vez más integrados económicamente: Asia-Pacífico, en donde la Asociación Económica Regional Integral (RCEP, siglas en inglés) aglutina a 15 países de Asia Oriental y Oceanía en la zona de librecambio más grande del mundo liderada por China; Europa, sostenida por Alemania y, en menor medida, Francia, que lleva varias décadas en un proceso gradual de integración político-económica en la Unión Europea a la que pertenecen 27 países, y Norteamérica, el mercado de mayor valor del mundo que reúne a los tres países de la región bajo el liderazgo de Estados Unidos en una zona de creciente integración económica gracias al Tratado México-EEUU-Canadá (TMEC). Las grandes plantas de Tesla se vienen instalando desde 2014 en esos tres bloques. Cuenta con una planta Shanghái, China; otra en Berlín, Alemania, y cuatro en EEUU: Nevada, California, Nueva York y Texas. La “gigafábrica” de la zona metro de Monterrey, México, será la quinta del espacio norteamericano y la séptima a nivel mundial. La realidad de Tesla es por sí misma ejemplo de esta nueva globalización: una empresa estadounidense global fundada por un inmigrante sudafricano, Elon Musk, que crea cadenas de valor regionales en los principales bloques económicos del mundo para satisfacer a los tres mercados más grandes del orbe: EEUU, China y Europa.
2. Vemos hoy que el nearshoring (cadenas regionales de producción y suministros) viene a sustituir parte del farshoring (cadenas globales) que se potenció durante la globalización 1980-2020. Si bien el nearshoring estuvo muy presente en la etapa previa, el protagonismo que cobra hoy lo coloca a la cabeza de una tendencia. Las principales potencias, sobre todo EEUU y China, buscan recortar cadenas de producción y proveeduría de bienes estratégicos para disminuir los riesgos por tensiones geopolíticas, desastres naturales y trastornos en el comercio marítimo. Pero el capitalismo global sigue existiendo, aunque con la incorporación de nuevos jugadores, como la Tesla de Musk. Y este renovado capitalismo global, muy vinculado a la investigación, innovación y desarrollo de nuevas tecnologías de automatización, se monta sobre los principales bloques económicos. Las plantas de Tesla tienen un componente primordial de proveeduría regional que genera un ecosistema alrededor de las gigafábricas al que se integran empresas y profesionales que le ofrecen bienes intermedios y servicios. Es lo que se prevé que ocurra con la instalación de la planta armadora de autos eléctricos en Nuevo León.
3. La inversión de Tesla en la zona metro de Monterrey sería impensable sin el nuevo marco económico del TMEC. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte que entró en vigor en 1994 era un acuerdo enfocado a disminuir los aranceles entre los tres países de la región para incrementar el librecambio entre ellos. Si bien propiciaba la movilidad de capitales para inversión más allá de las fronteras, la disparidad entre la realidad socioeconómica de los estados generó dinámicas negativas como oleadas de capitales golondrinos hacia el sur o destrucción de corredores industriales en el norte. El TMEC va más allá de la cuestión arancelaria y plantea un marco inédito de integración económica entre los tres países, con centro en EEUU. Desde la óptica estadounidense, el nivel de prioridad de inversión dentro del nuevo tratado es: primero onshoring (cadenas locales), luego nearshoring y al final farshoring. Para ello hay un elemento importante en el TMEC que promueve la igualación parcial de condiciones laborales y productivas con matices en cada uno de los sectores económicos. Bajo esta nueva óptica de inversión, y con un fuerte componente de automatización, Tesla se instalará en Nuevo León, conectada con la nueva ruta terrestre del TMEC, que va del Pacífico mexicano hasta el Ártico canadiense, pasando por el Atlántico estadounidense.
4. La gigafábrica del Noreste de México afianza también la dinámica integradora que existe en la región supranacional fronteriza que hemos bautizado aquí como República Frontera (The Border Republic). Es la franja que abarca California, Arizona, Nuevo México y Texas, del lado norte y Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, NL y Tamaulipas del lado sur, y que, en conjunto, conforman la cuarta economía del mundo. Dentro de esta “república” económica, existe una subregión formada por Texas, Coahuila, NL y Tamaulipas, que muestra hoy el mayor potencial de crecimiento de toda la franja fronteriza. Musk entiende esta dinámica y, por eso, ha trasladado la sede de Tesla a Austin, en donde existe una fábrica de baterías eléctricas que se abastece de la refinería de litio de Brownsville, propiedad de la misma compañía, y que proveerá a la planta de Santa Catarina, de donde saldrán autos eléctricos terminados. La antigua República de Río Grande convertida hoy en motor económico.
5. Pero la nueva planta se insertará también en el segmento más productivo del Corredor Económico del Norte: Monterrey-Saltillo-La Laguna. Es de esperarse que la expansión de una buena parte de la cadena de proveeduría corra en ese sentido, por lo que gobiernos, sociedades, empresarios y profesionales de esas zonas metropolitanas deben prepararse para aprovechar las oportunidades, pero también para enfrentar los retos que una inversión de esta magnitud les generará en infraestructura carretera, ferroviaria y eléctrica, movilidad metropolitana, urbanismo, desarrollo inmobiliario industrial, comercial y habitacional, servicios públicos, centros logísticos, medio ambiente, etc.
A estas cinco tendencias centrales podríamos sumar otras, desde la transición a la electromovilidad y el posible desarrollo de un nuevo cluster aeroespacial en México (SpaceX también es de Musk) hasta nuevos modelos de contratos entre compañías y profesionales. Hay que estar atentos, pues.