Por Arturo González González
Revisamos la semana pasada los factores Rusia, Putin, Ucrania y OTAN de la guerra que está en curso en Europa del Este. Mientras las tropas rusas continúan los bombardeos y el asedio sobre ciudades ucranianas, los fallecimientos de soldados y civiles se multiplican y las sanciones económicas occidentales contra Rusia se acumulan en una escala sin precedentes, veamos ahora los otros factores de la que es quizá la guerra más importante de lo que va del siglo, con implicaciones globales e históricas cuya magnitud aún no es posible vislumbrar por completo.
Estados Unidos. Como cabeza de la OTAN y potencia hegemónica global, EUA juega un papel de suma relevancia en el conflicto. Es imposible no ver en la temeraria invasión rusa en Ucrania ecos de la invasión estadounidense en Irak a principios del presente siglo. Si miramos con agudeza, ambas tienen una parte de guerra reactiva y otra de guerra preventiva. Hace 20 años Washington defendió la invasión a Irak como consecuencia de los ataques terroristas de 2001 (reacción) pero, sobre todo, porque aseguraba que Bagdad contaba con armas de destrucción masiva las cuales significaban una amenaza (prevención). La implicación de Irak en los atentados del 11S nunca quedó plenamente demostrada y la existencia de las supuestas armas fue una falacia. Hoy, uno de los argumentos usados por Moscú para justificar su invasión es que el gobierno de Kiev ha atentado contra la vida y cultura de ciudadanos rusos en el este de Ucrania (reacción) con acciones tachadas de neonazis, y otro es que este país representa una amenaza para la seguridad de Rusia por su intención de integrarse a la OTAN y la existencia de laboratorios para la supuesta fabricación de armas químicas y biológicas (prevención). Hace dos décadas EUA trazó una ruta que hoy sigue Rusia.
Pero la de Ucrania no es la primera guerra de Putin fuera de Rusia, ni su primera intervención en el vecino país. En 2008 atacó Georgia para defender la independencia de Abjasia y Osetia del Sur. En 2014 arrebató Crimea a Kiev y desde entonces apoya a los rebeldes separatistas del este ucraniano. Y desde 2015 brinda apoyo militar al gobierno sirio de Bashar Al Asad para combatir a milicias insurgentes apoyadas por Occidente y a grupos terroristas. Frente a estas y otras incursiones rusas en el extranjero, EUA y sus aliados reaccionaron con sanciones, mismas que no han servido para frenar a Putin, quien ha ido aumentando su apuesta ante la tibia reacción norteamericana. La llegada de Trump al poder en 2017, cuyo triunfo los demócratas atribuyen a la injerencia rusa en el proceso electoral, representó un aliciente para el mandatario ruso ya que, si bien las sanciones se mantuvieron, estas no escalaron y, además, la división interna provocada por la ultraderecha distrajo a EUA del contexto internacional. Por otra parte, Trump aceleró el repliegue hegemónico de la potencia americana al sacarla de acuerdos internacionales, generar desconfianza en sus aliados históricos y golpear desde dentro el orden liberal global.
China. Es casi imposible pensar que Rusia se hubiera atrevido a invadir Ucrania sin el respaldo implícito de China, la segunda potencia económica e industrial del mundo. Desde que Xi Jinping asumió la presidencia en 2013, China ha ido acercando sus posiciones geopolíticas a las de Rusia. Xi y Putin tal vez sean los jefes de Estado que más veces se han reunido en el mundo actual. Para Moscú, Pekín es su principal socio económico. Para Pekín, Moscú representa su más poderoso amigo miliar y político. El 4 de febrero pasado, horas antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno en la capital china, ambos mandatarios firmaron una extensa declaración conjunta en la que expresan que su alineación estratégica supera la de cualquier alianza, que su amistad no tiene límites y que se esforzarán en forma conjunta para construir un nuevo orden global independiente de las visiones geopolíticas de Occidente. Es muy probable que China conociera los planes de Rusia en Ucrania y que, incluso, los alentara, a condición de que Moscú aplazara la intervención militar hasta que concluyera la Olimpíada. Si bien hoy Pekín maneja una postura explícita a favor de una salida diplomática al conflicto, no ha dejado de defender implícitamente la visión de Moscú respecto a lo que considera las amenazas de la OTAN en Europa del Este. Los medios estatales chinos han reproducido las versiones rusas sobre la existencia de armas biológicas y químicas en Ucrania desarrolladas en conjunto con EUA, además de que el gobierno de Xi Jinping responsabiliza a Washington y la OTAN de la guerra. Lo que no está claro aún es qué tanto acudirá China al rescate de la golpeada economía rusa.
Energía-economía. Este doble factor es de suma importancia para entender el conflicto. Rusia es uno de los principales exportadores de petróleo, gas y carbón, combustibles que aún mueven la economía del mundo. La alta dependencia de Europa Occidental de los energéticos rusos, con ductos que atraviesan Ucrania, dio a Putin el margen de maniobra económico necesario para sortear las sanciones aplicadas hasta antes de la guerra en Ucrania, además de convertirla en un arma política de presión para moderar las posiciones europeas anti Kremlin, como se ha visto en estos días. El suspendido gasoducto Nord Stream 2, que enviaría gas de Rusia a Alemania por el Báltico, significaba para Ucrania la pérdida de recursos vía derechos de paso. Pero Rusia también es un importante exportador de granos (trigo), fertilizantes y metales preciosos (oro) y de alto uso en la gran industria (acero, aluminio y cobre) y la tecnología (paladio y níquel). Las cadenas globales de suministros de insumos y bienes intermedios para la fabricación de artículos de consumo en los mercados de más alto valor (Europa y Norteamérica) han dependido de alguna u otra manera del abastecimiento ruso. A su vez, Rusia ha logrado financiar su enorme aparato de guerra gracias a sus exportaciones a Occidente y China. Las sanciones aplicadas tras el inicio de la invasión están encaminadas a cortar ese financiamiento, sin embargo, la dependencia del mercado global de los productos rusos provoca que algunos países se resistan a endurecer los castigos. Lo cierto es que no sólo Rusia se verá golpeada por las sanciones, el mundo también. El aislamiento de Rusia y su alineación con China está acelerando las tendencias antiglobalistas de los últimos años. Factor nuclear. Sobre este factor, apunto sólo una cosa: Rusia es la potencia militar con más ojivas nucleares activas y cuenta con tecnología de propulsión hipersónica capaz de alcanzar cualquier parte del globo en cuestión de minutos. Este hecho es el que mantiene a la OTAN y EUA al margen de intervenir militarmente en Ucrania. El propio Biden lo ha dicho: un choque directo OTAN-Rusia sería una guerra mundial y, posiblemente, nuclear.