(Por Arturo González González) Xi y Putin quieren cambiar el mundo. Moldearlo a sus intereses. Hay hechos contundentes que trascienden cualquier interpretación. Hechos que hablan por sí mismos. Si queremos entender de verdad la relación entre el presidente de China, Xi Jinping, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, debemos recurrir a los hechos.
Más de una década de visitas
Xi Jinping asumió la presidencia de la República Popular China el 15 de marzo de 2013. El primer país que visitó como jefe de Estado fue Rusia. Arribó a Moscú tan pronto como el 22 de marzo de ese mismo año. Es decir, una semana después de ser investido como presidente, Xi se sentó a la mesa con Putin.
Para entonces, Putin llevaba 10 meses en su tercer mandato como presidente, luego de haber ocupado por cuatro años (2008-2012) un cargo equivalente al de primer ministro, mientras Dmitri Medvédev ocupaba la presidencia. Putin tenía más de una década siendo el hombre fuerte de Rusia. Xi apenas daba sus primeros pasos como el hombre fuerte de China.
El presidente chino acudió a su homólogo ruso en busca de, principalmente, gas y petróleo. En aquel año el comercio entre ambos países alcanzaba apenas los 90,000 millones de dólares, una cifra pequeña al lado de los 400,000 mdd de intercambio entre la Federación Rusa y la Unión Europea.
En 2023 el valor del intercambio entre ambos países llegó a los 240,000 mdd, o sea, un 166 % más que diez años antes. Como referencia, en 2023 el valor del comercio entre Rusia y la UE fue de 163,400 mdd, es decir, un 59 % menos que en 2013. La guerra en Ucrania y el fortalecimiento de los lazos Pekín-Moscú han transformado el comercio en Eurasia.
Cómo Xi y Putin colaboran
Con Xi Jinping, China ha sustituido a la UE como principal socio comercial de la Rusia de Vladimir Putin. Y aunque el volumen comercial chino-ruso actual no alcanza aún el ruso-europeo de hace una década, sin duda Pekín ha venido a inyectar oxígeno a la economía rusa.
Alrededor del 72 % de las importaciones de China desde Rusia son combustibles, ya sea gas, petróleo o carbón. Por su parte, Rusia compra a China principalmente maquinaria mecánica, eléctrica y electrónica, y vehículos de transporte. Está claro el acuerdo entre ambas potencias: el coloso de Eurasia aporta la energía, el gigante asiático pone las manufacturas y los equipos.
Si Moscú puede no sólo mantener su esfuerzo bélico en Ucrania, sino incluso incrementar sus incursiones, es gracias al respaldo que tiene de Pekín. Sin ese apoyo, Rusia no podría sostenerse ni ser hoy la economía que más crece en toda Europa.
Además, Occidente denuncia que China suministra material y equipo a Rusia que le permite mejorar sus desempeño militar en el frente de Ucrania, con lo cual la importancia estratégica de la relación entre Xi y Putin adquiere otro nivel. Además de la cuestión económica y bélica, la arista política también tiene un peso relevante. Vamos nuevamente a los hechos.
Respeto por las formas de cada uno
Justo un día después de aquel viernes 22 de marzo de 2013 en el que Xi visitó a Putin en Moscú, a 2,900 kilómetros de distancia el oligarca exiliado y opositor ruso Boris Berezovsky murió en su mansión de Londres. Aunque las evidencias apuntaron a un suicidio, las sospechas sobre una posible acción de uno de los largos tentáculos del Kremlin no pudieron ser dejadas de lado.
Berezovsky había sido blanco de varios atentados. Era considerado el líder de la oposición rusa en el exilio, principalmente en la capital del Reino Unido, conocida entonces como “Londongrado”, por la fuerte presencia de magnates y oligarcas rusos.
¿La sospecha de Occidente sobre un posible asesinato cometido por el aparato de espionaje de Putin afectó en algo la relación de éste con Xi? Para nada. Ninguna de las numerosas muertes repentinas de opositores rusos en las que se cree que el Kremlin tuvo que ver, ha dañado la cercanía del líder ruso con el líder chino. Más bien parece que al contrario.
El respeto a las formas y fondos de cada uno de los gobiernos en el trato de lo que consideran política interna, por más que sus acciones trascienden las fronteras nacionales, es uno de los pilares de la amistad que se profesan Xi y Putin. Cada quien resuelve sus asuntos como puede y quiere. Y si la forma de hacerlo enoja a Occidente, no importa… o, incluso, mejor.
Xi y Putin, unidos por el mismo rival
Habían pasado dos meses desde que Rusia se anexionó Crimea tras la crisis ucraniana que llevó a la caída del régimen prorruso de Kiev para ser sustituido por un régimen filoccidental. La acción rusa sobre Crimea, antecedente de la actual guerra de Ucrania, provocó reacciones en Occidente, cuyos países, encabezados por EEUU, aplicaron sanciones al Kremlin.
Pekín atravesaba también sus propias afrentas con el gobierno estadounidense del entonces presidente Barack Obama, debido a la disputa por espacios marítimos y territoriales que China considera propios y a las acusaciones contra cinco militares chinos por presunto ciberespionaje.
En el encuentro que sostuvieron en Pekín aquella primavera de 2014, Xi Jinping trazó la ruta que ambas potencias debían seguir ante los embates de EEUU: “la alineación estratégica (de China y Rusia) es una opción inevitable para el desarrollo de un mundo multipolar”. Es decir, romper la hegemonía estadounidense y su orden unilateral basado en reglas liberales.
Te apoyo para que me apoyes
Días antes de la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022, Xi y Putin se reunieron en Pekín. Ahí proclamaron la naturaleza de su relación, la cual calificaron como de una “amistad sin límites”. Está claro que Rusia no hubiera iniciado una acción bélica contra Ucrania sin el consentimiento de China.
La visita de Putin a Pekín el jueves 16 de mayo de 2024 cumple varios propósitos. Celebra el 75 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y la antigua URSS, de la cual Rusia heredó su personalidad jurídica. La Unión Soviética fue el primer país en reconocer a la China comunista. En aquel entonces el amigo fuerte en la relación era Moscú, hoy es Pekín.
El reciente encuentro también celebra los diez años de la primera visita del presidente ruso a China, de la que ya he hablado. Para que nos demos una idea de la importancia que le dan Xi y Putin a su amistad, va un dato: desde 2013 a la fecha, ambos líderes se han reunido en 43 ocasiones, un promedio de 4 veces por año. No hay en el mundo otro par de mandatarios con tantas reuniones entre sí.
Así como en 2013 fue Putin el primer jefe de Estado visitado por Xi como presidente, hoy Xi es el primer mandatario visitado por Putin tras haber asumido por quinta ocasión la presidencia de Rusia. En marzo de 2023, el líder chino viajó a Moscú unos días después de haber sido reelegido como presidente. Son claras señales de la suma relevancia que tiene esta amistad para ambos.
Xi y Putin, dispares pero complementarios
Los otros propósitos de la reciente visita del líder ruso a Pekín son: expandir la cooperación entre ambos países en economía, comercio, energía y cultura; intensificar la comunicación y coordinación en organismos internacionales como la ONU, el BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) para promover un orden internacional “más justo y razonable”, y la firma de una declaración conjunta sobre la profundización de la asociación de coordinación estratégica integral en la nueva era.
La relación parece desequilibrada. Un gigante demográfico, económico e industrial al lado de un coloso territorial, energético y militar. Pero se trata de una relación complementaria que puede hacer frente con mayor posibilidad de éxito a Occidente. Y así como China ha respaldado a Rusia en su terrible aventura militar en Ucrania, Rusia apoyará a China en cualquier acción que decida emprender contra Taiwán.
He dicho que la relación de China y EEUU es la relación entre países más importante del mundo. Pero la amistad de Xi y Putin es la relación personal de mayor peso internacional en lo que va del siglo. Los hechos históricos así lo demuestran.