Corredor Interoceánico, la gran apuesta de México

Principales rutas comerciales del Corredor Interoceánico

(Por Arturo González González) El Tren Maya, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles y la refinería de Dos Bocas acaparan las declaraciones y los titulares cuando de obras federales se habla. Pero en los últimos días, los reflectores apuntaron, aunque sea un poco, al Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), un proyecto del que se habla menos de lo que su envergadura merece dada la transformación que el orden mundial experimenta en estos momentos y el papel que pudiera ocupar nuestro país en el nuevo contexto global. El Corredor del Istmo es la gran apuesta de México.

La promoción del proyecto

El gobierno de México informó hace unos días de la gira de trabajo por Europa de una delegación encabezada por la subsecretaria de Relaciones Exteriores, María Teresa Mercado Pérez. Uno de los objetivos fue la promoción del CIIT entre instituciones e inversionistas europeos y “su vinculación con Europa a través del corredor marítimo Coatzacoalcos-Sines”, este último puerto portugués.

Quien también habló del tema fue el presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia matutina. Dijo que “el Istmo es uno de los diez proyectos más atractivos del mundo, por el paso para unir el Pacífico y el Atlántico y por problemas que han tenido nuestros hermanos en Panamá (con el Canal). Y ahora es el proyecto más atractivo”.

Y agregó que “el paso por el Istmo de Tehuantepec (…) ya se convirtió en un proyecto estratégico mundial”.

Capital para el Corredor Interoceánico

El reporte de la gira por Europa y las declaraciones del presidente dan pie al análisis sobre la forma en la que se pretende concretar y la importancia real del proyecto. Por un lado, López Obrador asegura que la mayor parte de la inversión en el CIIT debe ser mexicana, con empresas que actuarán en sociedad con la Secretaría de Marina (Semar).

Es decir, el gobierno mexicano mantendría el modus operandi seguido con otras obras.

No obstante, el gobierno mexicano contempla también la inversión extranjera a través de asociaciones público-privadas y del acceso a recursos del fondo europeo de Global Gateway.

De acuerdo con la Comisión Europea, Global Gateway es una estrategia que “promueve conexiones sostenibles y fiables útiles para las personas y el planeta. Ayuda a hacer frente a los retos mundiales más acuciantes, desde la lucha contra el cambio climático hasta la mejora de los sistemas sanitarios y el impulso de la competitividad y la seguridad de las cadenas de suministro mundiales”.

De lo anterior podemos deducir que el financiamiento y construcción del corredor se dará bajo un esquema en el que participarán el gobierno mexicano, instituciones internacionales y empresas privadas.

En 2023, el gobierno de México comenzó con la licitación de parte de los polos de desarrollo económico que darán forma al CIIT. Las empresas que han ganado hasta ahora son nacionales y extranjeras, entre las que destaca una firma portuguesa que cuenta con capital chino.

Una idea de más de un siglo

Los polos de desarrollo son obras de infraestructura y parques industriales que tendrán distintas vocaciones, y que se distribuirán a lo largo del corredor que enlaza a Coatzacoalcos en Veracruz con Salina Cruz en Oaxaca.

El CIIT es la apuesta principal del gobierno de México para vincular el sur del país con el nearshoring norteamericano, es decir, la relocalización y creación de cadenas de valor y producción en América del Norte. Pero hay que considerar varios aspectos para dimensionar este megaproyecto.

Lo primero que hay que decir es que, de ninguna manera, se trata de un proyecto nuevo. El CIIT tiene como antecedente el proyecto del ferrocarril del Istmo que concibió el gobierno de Porfirio Díaz en 1907. La idea era conectar el Atlántico con el Pacífico a través del Istmo de Tehuantepec y agilizar el tránsito de mercancías. 

Al principio la obra pareció funcionar, pero luego ocurrieron dos hechos que marcaron la decadencia del proyecto: la Revolución de 1910 y la posterior guerra civil que se extendería hasta la década de los 20, y la apertura del Canal de Panamá en 1914. 

La idea de un corredor terrestre en el Istmo de Tehuantepec fue retomada por los últimos gobiernos del PRI en el siglo XX y los dos del PAN en el siglo XXI. Pero no ha sido sino hasta el gobierno de Morena que se han dado los pasos determinantes, impulsados por los cambios en el contexto global.

Corredor Interoceánico vs Canal de Panamá

El hecho de que el ferrocarril del Istmo haya decaído por el Canal de Panamá, aunado a la crisis que éste enfrenta debido a la desecación causada principalmente por el fenómeno meteorológico de El Niño y, en menor medida, por el calentamiento global, hace pensar a muchos que el Corredor Interoceánico vendrá a sustituir al embudo marítimo de Centroamérica.

Pero hay una diferencia sustancial entre ambos proyectos.

El Canal de Panamá es una ruta marítima artificial que se abre paso en el continente y que permite el tránsito de buques de carga con mercancías provenientes de la costa oeste de América del Norte y Europa con destino a la costa este de Norteamérica y Asia Oriental y viceversa. Las mercancías fluyen como productos terminados.

El objetivo del CIIT, que contempla una red de puertos marítimos, carreteras, ferrocarriles, aeropuertos, centros logísticos y parques industriales, no es sólo el transporte de mercancías.

Se trata de un corredor que permitirá el ingreso de materias primas y bienes intermedios desde un extremo, para que en el trayecto sean transformados en otros bienes intermedios o artículos terminados.

El Corredor Interoceánico una ruta de transformación material más que de mero tránsito.

Economía y geoeconomía del CIIT

Las industrias que México pretende detonar con el CIIT son: petroquímica, metalurgia, agroindustria, farmacéutica, tecnomédica, energética, metalmecánica, informática, eléctrica, electrónica y de semiconductores.

Esta última industria, la de los famosos chips que hoy se utilizan en prácticamente todos los dispositivos y equipos electrónicos, incluyendo medios de transporte, es de vital importancia para EEUU, quien busca dejar de depender de Taiwán para el suministro de este insumo.

Pero el CIIT tiene competencia dentro y fuera de México.

En nuestro país existe el Corredor Económico del Norte, que conecta el Golfo de México con el Pacífico desde Matamoros hasta Mazatlán y atraviesa los estados de Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Durango y Sinaloa.

Este corredor, a su vez, se encuentra dentro del proyecto de la Ruta del T-MEC, la cual conecta a México, EEUU y Canadá.

Fuera de México está el Corredor Bioceánico, de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana, y que pretende unir a Brasil, Paraguay, Bolivia, Argentina y Chile.

Todos estos corredores se inscriben en la nueva realidad geoeconómica de competencia por la transformación, tráfico y venta de mercancías, en la cual también se encuentran la Nueva Ruta de la Seda de China, el Corredor IMEC de India o la ya consolidada Banana Azul europea.

Esta realidad geoeconómica está vinculada con el nuevo contexto geopolítico global.

La geopolítica que impulsa al Corredor Interoceánico

La irrupción de potencias emergentes, como China, Rusia e India, con intereses distintos a los defendidos por Occidente ha reconfigurado el mundo.

Para EEUU, último hegemón del mundo, cada vez es más difícil mantener lo que llama el orden internacional basado en reglas desde su visión unilateral.

La proliferación de conflictos y disrupciones de todo tipo ha sumergido al mundo en una nueva era en donde la regionalización y la multipolaridad se erigen como nuevos paradigmas.

La competencia entre corredores es una etapa más de la naciente época.

En ese contexto, México se ubica en un entramado complejo de posiciones.

Nuestro país comparte geografía y economía con EEUU y Canadá, es decir, el bloque norteamericano. Pero su cultura e idioma lo acercan a Hispanoamérica.

También, al ser un estado emergente, México guarda nexos con el llamado Sur Global que India y China buscan encabezar.

El Corredor Interoceánico aparece en este escenario como un golpe a tres bandas para intentar colocar a México en el centro de la nueva globalización.

Un proyecto con visión ideológica

No podemos soslayar que el CIIT también responde a una visión ideológica del actual gobierno.

El hecho de que prácticamente la totalidad de las grandes obras de infraestructura se concentre en el sur responde a que el presidente en turno quiere emparejar el desarrollo de esta región con el del norte, más rico y vinculado a EEUU.

Como decía, el gobierno trata de conectar a los estados sureños con el nearshoring, pero también con un mercado global.

Sin embargo, debemos estar atentos a los desafíos que representa un proyecto de esta magnitud en una región que históricamente ha sido marginada de las concepciones capitalistas del progreso económico, y en donde el cuidado del medio ambiente juega un papel relevante no sólo como parte del necesario equilibrio ecológico de la zona de mayor biodiversidad de México, sino también como parte de la supervivencia cultural de los pueblos originales.

Como se puede observar, el reto del CIIT es tan grande como su apuesta.

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Arturo G. González

Soy adicto a saber y descubrir algo nuevo todos los días. Me obsesiono con tratar de entender el mundo y la época que me tocó vivir. No puedo escapar a la necesidad de comprender por qué nuestra civilización es como es, y para ello leo noticias, opiniones, artículos de análisis y libros; escucho música y veo cine. Creo que el pasado vive en el presente, y que el presente es la pieza clave del futuro. Te invito a este viaje de pensamiento y descubrimiento cotidiano. Esta es mi visión del mundo.