Por Arturo González González
Pocas semanas concentran tantos acontecimientos globales de peso como la que acaba de transcurrir. Acontecimientos que no sólo trascienden su tiempo y espacio, sino que se vuelven reflejo de las transformaciones que el mundo experimenta y de las tendencias que proyectan líneas hacia el futuro cercano y no tan cercano. La pasada es una de esas semanas de fuerte carga geopolítica e histórica que seguro ocupará un lugar especial dentro del calendario de efemérides. Los alcances de lo ocurrido entre el 14 y el 20 de noviembre de 2022 formará parte de las noticias del día a día a partir de hoy, y de la crónica histórica de la época bisagra en la que vivimos.
Dos cumbres sobresalen: la reunión del G20 en Bali, Indonesia, y la COP27 en Sharm el-Sheij, Egipto. Ambos encuentros ocurrieron en países emergentes del llamado sur global, el cual se convirtió por unos días en el epicentro geopolítico de los temas centrales de nuestro tiempo. Del G20, que reúne a las 20 economías más grandes del mundo, surge una declaración conjunta que evidencia dos cosas: por una parte, el ánimo de las principales potencias de evitar una confrontación mayor producto de la guerra en Ucrania y la rivalidad entre China y Estados Unidos, y, por la otra, las profundas diferencias que existen entre Oriente y Occidente respecto a la visión, valoración y acción frente a ambos desafíos. Dichas diferencias quedaron expuestas en la reunión previa que sostuvieron los presidentes de EEUU, Joe Biden, y de China, Xi Jinping, en la que, si bien mostraron su interés por evitar una “nueva Guerra Fría” y retomar el diálogo en materia de cambio climático, expusieron sus reclamos en temas como Taiwán, Corea del Norte y la guerra comercial y tecnológica.
Uno de los puntos que más destacó la prensa occidental de la declaración de Bali fue la supuesta profundización del aislamiento político de Moscú, ya que la mayoría de los países firmantes condena la guerra en Ucrania, aunque algunos tienen posiciones diferentes respecto a la misma y a las sanciones occidentales aplicadas a Rusia. Lo cierto es que no está claro si la cumbre del G20 marcará un antes y un después en el conflicto de Europa del Este, sobre todo porque hasta ahora no se observa compromiso alguno de China e India para calmar los aires belicistas de su gran socio euroasiático. Además, mientras los líderes de las economías más grandes del mundo se encontraban en Indonesia, las fuerzas rusas llevaron a cabo el bombardeo más fuerte a infraestructura energética ucraniana en lo que va de la guerra, una clara señal de que Moscú no está dispuesto a ceder por ahora. Por otro lado, la credibilidad del gobierno de Ucrania quedó golpeada frente a Occidente, su principal soporte, tras la falsa acusación de que Rusia había atacado a Polonia, integrante de la OTAN, cuando en realidad la explosión que mató a dos polacos fue producto de un misil de la batería antiaérea ucraniana. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, intentó aprovechar el hecho para motivar a la OTAN a entrar de lleno a la guerra, lo que, una vez aclarado lo acontecido, levantó críticas en Occidente. A la par, Kiev celebra la liberación de Jersón en el frente sur mientras aguarda la llegada del invierno con capacidades energéticas muy limitadas.
En Egipto, la COP27 entró en su segunda y última semana todavía en medio de críticas por la falta de expectativas en torno a la reducción de emisiones de carbono, por los patrocinios de empresas vinculadas al deterioro ambiental y por la sede misma, Egipto, que ha hecho poco para disminuir la producción y quema de hidrocarburos. La conferencia logró sacar en horas extra una declaración en la que destaca el acuerdo para crear un fondo de compensaciones a los países más afectados por el cambio climático, pero también la falta de acciones concretas respecto a la necesidad de disminuir las emisiones para cumplir con el compromiso de no rebasar el aumento de 1.5°C en la temperatura promedio del planeta en la década presente. Pareciera que los gobiernos del mundo están ya más preocupados por hacer frente a los efectos del calentamiento global que por intentar frenarlo. De administrar la contención del daño al medio ambiente estaríamos pasando a administrar sus consecuencias en un mundo en el que, también durante la misma semana, ha rebasado los 8,000 millones de habitantes, nuevo hito en la demografía mundial que tardamos 12 años en alcanzar desde los 7,000 millones de 2010. ¿Suficiente para una semana? Hay más.
En EEUU se confirmó que la ola trumpista no arrasó como se esperaba en las elecciones intermedias y los republicanos apenas lograron una ligera ventaja en la Cámara de Representantes; pero los demócratas mantuvieron el control de Senado, aunque también de forma muy apretada. Este hecho no impidió que el expresidente Donald Trump anunciara su retorno a la arena política electoral al asegurar que buscará nuevamente llegar a la Casa Blanca, aunque en su partido tendrá a un fuerte contrincante en Ron DeSantis, gobernador reelecto de Florida. Otro anuncio importante fue el de Nancy Pelosi, quien tras 20 años de liderar a los demócratas en el Congreso decide hacerse a un lado con lo que pone fin a una era en la cámara baja estadounidense. Tras la pérdida del control demócrata hay que ver si los republicanos impulsarán la defensa política y legal de Trump y la disminución del apoyo de EEUU a Ucrania.
En ciencia y tecnología, la misión de la NASA Ártemis I por fin pudo despegar para llevar a la nave espacial Orion a órbita lunar y probar su capacidad para llevar en un futuro próximo a la primera mujer negra al satélite terrestre, lo que implica el regreso de los seres humanos a la Luna tras medio siglo. No podemos perder de vista tampoco lo ocurrido con las grandes empresas tecnológicas. Tras Meta, que recortará a 11,000 empleados, Amazon anunció la baja de 10,000 trabajadores, lo que indica que las proyecciones de que el consumo tecnológico se mantendría como en los picos de la pandemia fallaron. Mención aparte merece Twitter, el ágora del siglo XXI, en donde el magnate Elon Musk provocó una revolución con cambios y despidos que comprometen la operatividad de la red y ponen en duda las verdaderas intenciones del también fundador de Tesla y Space X. Por cierto, también se concretó lo que se esperaba tras la compra de Twitter por Musk: la cuenta de Trump se reactivó.
Como colofón, el domingo se dio la inauguración del Mundial más controvertido de la historia del futbol debido a las acusaciones de corrupción de la FIFA y a la falta de respeto de los Derechos Humanos por parte de la monarquía absoluta catarí. A las críticas, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, respondió que los europeos, antes de dar lecciones de moral, deberían ofrecer disculpas por lo que han hecho “en los últimos 3,000 años”. Todo en una semana.