Verano ardiente… también en geopolítica

Por Arturo González González

A veces son tantos los acontecimientos mundiales en tan poco tiempo que cuesta trabajo seguirles el hilo y, sobre todo, analizarlos dentro del gran cambio global que evidencian. Particularmente este verano que está siendo ardiente en el tablero de la geopolítica. Si nos colocamos en la atalaya del devenir planetario, podremos ver que hay hechos intensos conectados en todos los continentes. Hechos que confirman, una vez más, que nos encontramos en medio del parto de un mundo de impulsos distintos al que conocimos entre 1980 y 2020.

El foco sigue en Ucrania, en donde la guerra mantiene su escalada con una contraofensiva de Kiev que avanza a paso lento con más problemas de los previstos, y con un renovado despliegue de Moscú que parece haber aprendido de los errores cometidos al inicio de la invasión. Occidente arma a Ucrania para que ésta sostenga sus esfuerzos defensivos y de ataque en tres frentes: Bajmut, Berdiansk y Melitopol. Rusia, por su parte, ejerce resistencia en el sur y este ucranianos, mientras ataca otras posiciones militares y civiles del país invadido.

Pero la escalada rebasa el teatro de guerra e impacta a toda Europa del Este. Tras su fallida rebelión contra la cúpula militar del Kremlin, el Grupo Wagner fue reubicado a Bielorrusia, aliado ruso, donde también provoca tensiones. Polonia denuncia que Wagner entrena al ejército bielorruso demasiado cerca de la frontera polaca. Incluso, se teme que los wagneritas aíslen a las repúblicas bálticas, integrantes de la OTAN junto con Polonia, haciéndose con el corredor que conecta al Kaliningrado ruso con Bielorrusia. Mientras esta amenaza se posa sobre el mar Báltico, Kiev aspira a crear un frente amplio tanto en el norte como en el sur globales a favor de su plan de paz, para lo cual convocó a una reunión en Yeda, Arabia Saudí, llevada a cabo este fin de semana.

Además del plan de paz, que contempla la restitución total de los territorios ocupados por Rusia, otro tema será la ruptura por parte de Moscú del acuerdo de exportación de cereales. La armada rusa está obstaculizando la salida de granos de los puertos ucranianos hacia los países de África, a seis de los cuales, en compensación, el gobierno ruso ha prometido la donación de 50,000 toneladas de cereales. Esta promesa fue planteada en la reciente cumbre Rusia-África celebrada el 27 y 28 de julio en San Petersburgo, en donde el presidente ruso Vladimir Putin también firmó acuerdos con 40 naciones africanas para la entrega de armas y equipos bélicos.

Níger fue uno de las ausentes de la cumbre debido a que, un día antes, el presidente constitucional Mohamed Bazoum fue derrocado por un golpe militar que se suma a la ola de golpes militares que se han venido sucediendo desde 2020 en el Sahel, región estratégica para Europa, principalmente para Francia que tuvo fuerte presencia colonial en África Noroccidental. La animadversión de las nuevas juntas militares hacia las potencias europeas crece en la zona, a la par de que la influencia del Grupo Wagner y Rusia se consolida. Las banderas rusas acompañan las manifestaciones de apoyo a la junta militar en Níger, mientras ésta anuncia la suspensión de la venta de uranio y oro a Francia, tan dependiente de ellos. 

La situación amenaza con desencadenar una guerra regional, ya que el bloque que lidera Nigeria, respaldado por la Unión Europea y Estados Unidos, amaga con intervenir para restituir al gobierno democrático de Bazoum. Pero Malí y Burkina Faso, también gobernados por una junta militar, advierten que cualquier intervención extranjera en Níger sería tomada como una acción de guerra contra ellos. Al igual que en Europa Oriental, la tensión crece en el Sahel, una región que también ha visto aumentar la presencia e influencia de China, la cual no cesa en su empuje por ganar socios políticos y económicos en los cinco continentes.

Pekín necesita granjearse apoyos para sostener el pulso que libra con EEUU en los ámbitos diplomático, comercial y tecnológico. La presencia de China –y Rusia– en Corea del Norte para la celebración del 70 aniversario de la “victoria” en la Guerra de Corea, significa un mensaje de apoyo al régimen comunista de Pyongyang, que no deja de desafiar y amenazar a sus vecinos Corea del Sur y Japón, aliados estratégicos de Washington en Asia Oriental. 

Pero la tensión sobre todo está en Taiwán, la isla que Pekín reclama como parte de su soberanía, y a la cual EEUU entregará un nuevo paquete de ayuda militar para fortalecer sus defensas ante una posible invasión de China continental. Una raya más en la larga lista de confrontaciones que libran las dos superpotencias, y que siguen escalando en su guerra comercial y tecnológica, centrada en la producción de semiconductores. En este sentido, China acaba de anunciar la suspensión de la venta de germanio y galio a EEUU, metales vitales para la citada industria, además de que ha vetado a Micron Technology, la principal fabricante de chips en América. 

La estabilidad política del país más poderoso del orbe pende de un hilo debido al creciente apoyo hacia Donald Trump dentro de la derecha republicana. Los procesos legales que acumula en su contra aproximan al mandatario al inédito escenario de hacer campaña desde la cárcel y, en caso de ganar, gobernar desde ahí. Sí, porque en EEUU los convictos pueden postularse a las elecciones, uno de esos rasgos de la democracia norteamericana que alientan la confianza de Putin, quien espera que Joe Biden pierda en 2024 la reelección en favor de un eventual presidente preso. 

La inquietud ante esta realidad posible es palpable en la UE que, sin quitar la mirada de Ucrania, pisa el acelerador para ganar presencia e influencia en territorios en donde China y Rusia le han adelantado. Tal es el caso de América Latina, a quien Bruselas ha seducido en la cumbre UE-Celac con inversiones de alto valor en tecnología e infraestructura. Y es que en los últimos 15 años, Pekín se ha convertido en el principal socio comercial de la región, mientras que Moscú respalda de forma estratégica a regímenes autoritarios contrarios a los intereses de la entente Washington-Bruselas.

La presencia de China en AL es más notoria en Sudamérica, fuente de materias primas que necesita la potencia asiática. Pero también se deja sentir en Centroamérica y México. Nuestro país, principal socio comercial de EEUU, ha incrementado en los últimos años de forma sostenida sus exportaciones de cobre a China, primer productor de autos eléctricos en el mundo, a la par de que recibe cada vez más inversión del gigante asiático. Se estima que 49 % de los proyectos de nearshoring son de origen chino, con la mira puesta en el mercado estadounidense. Es decir que, en todo el reacomodo global que exhibe este verano ardiente, México también juega un papel de relevancia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Arturo G. González

Soy adicto a saber y descubrir algo nuevo todos los días. Me obsesiono con tratar de entender el mundo y la época que me tocó vivir. No puedo escapar a la necesidad de comprender por qué nuestra civilización es como es, y para ello leo noticias, opiniones, artículos de análisis y libros; escucho música y veo cine. Creo que el pasado vive en el presente, y que el presente es la pieza clave del futuro. Te invito a este viaje de pensamiento y descubrimiento cotidiano. Esta es mi visión del mundo.