(Por Arturo González González) Considero legítimas las preocupaciones de quienes cuestionan las reformas constitucionales que impulsa el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Incluso, como ciudadano de México, las comparto. Pero las reformas no sorprenden.
Desde el inicio de su gobierno el presidente lo anunció: su llegada al poder no es sólo una alternancia, sino un cambio de régimen. México está entrando en una nueva etapa política que podríamos llamar post-neoliberal.
El sistema político que se está construyendo en México pretende sustituir a la democracia liberal por una democracia de corte iliberal con un partido hegemónico y un poder ejecutivo con más capacidad de control.
Este tipo de régimen existe en otros países, como Hungría y Bulgaria (miembros de la Unión Europea), Singapur, Turquía e India. Quizás el caso más extremo es Rusia. Como ciudadanos debemos estar vigilantes para impedir la pérdida de derechos y libertades.
Ahora bien, este cambio no significa que México vaya a comprometer en automático su potencial de crecimiento económico.
El momento geoeconómico de México
Existen las condiciones objetivas para que México se convierta en uno de los protagonistas de la nueva realidad económica global. Conseguirlo, depende de las decisiones que se están tomando en estos momentos y las que se tomarán en el futuro gobierno de Claudia Sheinbaum, sobre todo en materia de política económica.
Hoy quiero explorar el potencial de nuestro país desde un punto de vista geoeconómico. Y dicho potencial pasa por la consolidación de tres corredores estratégicos.
Y así como es importante vigilar el rumbo político de México, lo es también atender a las decisiones que se tomen en los ámbitos del comercio, la industria y la economía.
A lo largo de su historia, México ha experimentado una serie de transformaciones económicas que han marcado su evolución como estado nacional.
Desde las reformas liberales juaristas, la apertura comercial del Porfiriato, la cimentación industrial de la etapa posrevolucionaria hasta las reformas neoliberales de las últimas décadas, el país ha mostrado capacidad para adaptarse y crecer, siendo o no una democracia plena.
Sin embargo, nuestro país se encuentra ahora en una coyuntura única que podría llevar su economía a niveles de desarrollo jamás vistos.
Se trata de una oportunidad histórica para transformar su estructura industrial y posicionarse como un actor clave en la nueva economía global que tiene en la regionalización uno de sus más marcados acentos.
De la hiperglobalización a la regionalización
Para entender la magnitud de la oportunidad, debemos observar el contexto global en el que se encuentra México. Durante cuatro décadas, la hiperglobalización fue el motor del crecimiento económico mundial, con cadenas de producción extendidas por todos los océanos y continentes.
No obstante, recientes desafíos, como el neo-proteccionismo, la pandemia de COVID-19, las tensiones comerciales entre grandes potencias y las guerras en Europa y Oriente Medio, han impulsado un cambio hacia la regionalización.
Esta nueva tendencia busca hacer las cadenas de suministro más resilientes, seguras y eficientes, acercando la producción a los mercados de consumo.
México, situado geográficamente en una posición privilegiada, tiene el potencial de convertirse en un puente entre América del Norte y el resto del mundo.
La firma y ratificación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ha reforzado los lazos económicos, creando un entorno favorable para la inversión y el comercio.
En este marco, tres corredores de transporte y producción emergen como ejes para el desarrollo económico del país: el Corredor Ferroviario T-MEC (CoTMEC), el Corredor Económico del Norte (CEN) y el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT).
Los tres ejes del futuro económico de México
CoTMEC. Este corredor es el resultado de la fusión entre Canadian Pacific y Kansas City Southern. Conecta las costas atlánticas y pacíficas de Canadá con México, atravesando EEUU en el proceso. Este corredor ferroviario no solo facilita el comercio entre los países norteamericanos, sino que también posiciona a México como un enlace vital en las rutas comerciales globales.
Reducirá significativamente los tiempos y costos de transporte, principalmente para sectores industriales como el automotriz, el manufacturero y el tecnológico.
Al facilitar la entrada y salida de mercancías a través de puertos clave en México (Lázaro Cárdenas y Veracruz), el CoTMEC impulsa la competitividad de las empresas mexicanas en el mercado internacional, haciendo que productos fabricados en México lleguen más rápido y a menor costo a sus destinos.
CEN. Se extiende desde Mazatlán, Sinaloa, en la costa del Pacífico, hasta Matamoros, Tamaulipas, en el Golfo de México. Su trayecto atraviesa las regiones más dinámicas y productivas del país y conecta centros industriales clave con puertos marítimos que abren las puertas a los mercados asiáticos y norteamericanos.
La manufactura avanzada, la agroindustria y la electrónica son sectores que se benefician de la eficiencia logística que este corredor ofrece.
Al reducir los costos de transporte y mejorar la conectividad entre los centros de producción y los mercados internacionales, el CEN facilita la expansión de empresas mexicanas y la atracción de inversión extranjera directa (IED) al reforzar la integración económica con EEUU.
Actualmente este corredor, que pasa por La Laguna, y las metrópolis de Saltillo y Monterrey, atrae el 30 % de la IED del país.
Considerado como un proyecto de infraestructura monumental, el CIIT se presenta como una alternativa competitiva al Canal de Panamá al ofrecer una ruta más rápida y económica para el tránsito de mercancías entre los océanos Atlántico y Pacífico, pero con la ventaja de funcionar como un corredor industrial de transformación de insumos en bienes de consumo.
No solo facilitará el comercio internacional, sino que también revolucionará una de las regiones más rezagadas de México. El desarrollo de infraestructura y la creación de zonas industriales a lo largo del corredor impulsarán el crecimiento de la agroindustria, la energía, la petroquímica, y otras industrias clave.
Además, abrirá nuevas oportunidades de exportación para productos mexicanos hacia Europa y Asia con lo que fortalecerá la economía nacional y generará empleos en una región históricamente marginada del desarrollo económico.
Interconectar los tres corredores, la gran oportunidad
La interacción de estos tres corredores ofrece a México una oportunidad sin precedentes para transformar su economía.
Estos corredores no solo mejorarán la conectividad interna del país, sino que también posicionarán a México como un hub (concentrador) logístico y manufacturero de primer nivel en el escenario global.
El país tiene una ubicación estratégica para atraer inversiones y generar crecimiento en una variedad de sectores industriales clave. Menciono sólo algunos.
Manufactura avanzada y automotriz. México ya es uno de los principales productores de vehículos y autopartes en el mundo. Con la mejora en la infraestructura logística, el país consolidará aún más su posición en estos sectores al aumentar la eficiencia y reducir los costos de producción y distribución.
Aeroespacial. El sector aeroespacial mexicano ha crecido rápido en los últimos años, y la mejora en la conectividad permitirá una mayor integración en las cadenas de suministro globales, con lo que atraerá más inversiones y fomentará la innovación tecnológica.
Tecnología y electrónica. Con el auge de la digitalización y la industria 4.0, México puede posicionarse como un líder en la manufactura de productos electrónicos si aprovecha la conectividad mejorada para exportar a mercados internacionales de manera más eficiente.
Agroindustria. La agroindustria mexicana se beneficiará de la reducción en los costos de transporte, lo que facilitará la exportación de productos agrícolas a mercados globales. El CIIT, en particular, abrirá nuevas rutas hacia Europa y Asia, con lo que ampliará las oportunidades para los productores mexicanos.
Energía y petroquímica. El desarrollo de estos corredores facilitará el transporte de productos energéticos y petroquímicos, mejorando la competitividad de estos sectores y atrayendo inversiones en nuevas infraestructuras y tecnologías.
Turismo. México es la séptima potencia turística del mundo, y su posición se beneficiará de la mejora en la infraestructura de transporte ferroviario, principalmente de pasajeros, que facilitará el acceso a destinos emergentes y diversificará la oferta turística del país.
Minería y metalurgia: La minería es otra industria clave que se beneficiará de la reducción en los costos de transporte, lo cual permitirá a México exportar minerales y metales de manera más eficiente y competitiva. Nuestro país es hoy el primer productor y exportador de plata, y puede alcanzar los primeros puestos en otros elementos.
Logística y comercio. La interacción de los tres corredores estratégicos transformará a México en un hub logístico que facilitará el comercio internacional y atraerá inversiones en infraestructura logística y centros de distribución.
Sector inmobiliario. Todo el desarrollo que conlleva la consolidación y conexión de los tres corredores hará despegar al sector inmobiliario. La demanda exigirá más parques industriales, más viviendas para los trabajadores y más espacios para comercio y servicios.
Pero la revolución económica no ocurrirá sola
Todas estas oportunidades para México vienen de la mano de una serie de retos que deberá superar para aprovechar plenamente el potencial de estos corredores. Entre los principales retos que veo destaco los siguientes:
Infraestructura. Para maximizar el impacto de los corredores, es crucial mejorar y/o desarrollar infraestructura complementaria: puertos, aeropuertos, carreteras, ferrocarriles, centros logísticos, centrales y terminales eléctricas y acueductos. La infraestructura de telecomunicaciones también es vital para apoyar la digitalización y adopción de nuevas tecnologías en las cadenas de suministro.
Desarrollo regional. Debe ser primordial que el desarrollo económico generado por estos corredores se distribuya de forma equitativa, especialmente en las regiones más rezagadas. Esto requerirá políticas públicas que fomenten la educación, capacitación laboral y desarrollo social en estas áreas para asegurar que los beneficios lleguen a todos los sectores de la sociedad.
Sostenibilidad. El desarrollo de estos corredores debe ir acompañado de un enfoque en la sostenibilidad ambiental. México debe garantizar que el crecimiento económico no se dé a costa del medio ambiente, para lo cual tendrá que aplicar prácticas industriales sostenibles y proteger las áreas naturales a lo largo de los corredores.
Estado de derecho. La atracción de inversión extranjera y el desarrollo de grandes proyectos de infraestructura requieren un entorno político y jurídico estable. México debe garantizar la seguridad jurídica para los inversionistas y la continuidad de las políticas públicas a largo plazo. En este punto, las reformas constitucionales jugarán un papel importante.
En suma, considero que México está en un momento histórico único que definirá su futuro económico por décadas. La interacción y conexión de los tres corredores estratégicos mencionados ofrecen un potencial transformador para la economía del país.
Si México atraviesa con éxito los desafíos asociados y aprovecha las oportunidades que estos corredores plantean, el país podría no solo consolidar su posición como un líder industrial y logístico en América Latina, sino también emerger como un protagonista en la economía mundial del siglo XXI en medio de la nueva globalización regional que está naciendo.